El proceso de residencia que desarrollamos este enero en Teatro Puerto, La Serena nos recibió con las puertas abiertas para sumergirnos, investigar, crear y trazar vínculos artísticos. A nivel compositivo, podríamos decir que el proceso nos entregó una suerte de certeza o entendimiento en relación al material (en una vorágine de ideas, pruebas, problemas, hallazgos, risas y danza). Visualizamos escénicamente lo que el trabajo nos pedía en su dramaturgia y evolución, es decir, en qué se estaba convirtiendo o como se estaba manifestando “quién es quién” en su formato coreográfico y escénico. Revisamos posibles surgimientos para la obra, fugas o preguntas se presentaban para desenvolver y afilar.
La dinámica fue simple e intensiva. Ensayamos diariamente en dos o tres jornadas de extensas horas, a veces más breve, regulando nuestro equipo y la coordinación cultural de la casa que a su vez estaba en total funcionamiento. Desde este lugar, además de desarrollar nuestro proceso, pudimos presenciar varios y diversos montajes, obras y performances que sucedieron en la cartelera de Teatro Puerto.

Desde un aspecto gestivo, coincidimos en la necesidad y deseo de procurar una próxima residencia de creación o residencia técnica para extender, afianzar y sensibilizar “quien es quien”. Nuestro trabajo implica siempre un desplazamiento territorial con lo cual pensamos estrategias para encontrarnos cotidianamente desde lo virtual, ordenando fotos, videos y textos que surgieron durante la residencia y dedicando tiempo a revisar postulaciones, financiamientos y festivales.
Con mucha emoción a partir de todo lo nuevo que surgió y se propuso en Teatro Puerto, seguimos trabajando en esta investigación.